Cierra los ojos y
heme aquí.
Escucha nuestro
aliento y el latido
de tu corazón ansioso
junto al mío.
Ven, acércate un
poquito más.
Descansa sobre mi
pecho.
Duerme esta noche
tranquilo entre
mis brazos que yo
alejaré tus temores.
Toma mi temblorosa
mano y
no la sueltes.
Seré tuyo y mío
también serás.
¿Sientes el cuarto
derrumbarse y
las paredes
derretirse?
Ahora vuela lejos...
¡vuela!
Y encontrémonos donde
sólo nosotros sabemos,
bajo el viejo sauce
que envidió este amor.
¡No, no abras esos
ojos tuyos!
Ya es muy tarde y
cansados están de llorar.
Mantelos cerrados y
heme aquí.
No sueltes mi mano
temblorosa.
Besaré tus labios
quietos y
avanzarás en tus
sueños, amor.
Ve tranquilo y
seguro,
no temas que mi voz
te guiará
de vuelta por la
mañana y
cuando despiertes al
nuevo día
abrazado aún te
tendré.
Es hermoso, casi como una noche marina entre arena de piedra laja, a orillas de un océano que devora una luna perdida, pero más inefable aun.
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