"puta agonía... muriendo un poco, quizá sea mucho".
noviembre 06, 2010
octubre 22, 2010
Ma cher Absent
"Ciego en la soledad de mi habitación,
Esperando el resplandor de la composición
Que tú, amor, tatuaste en mi piel
Con toda la pasión de nuestra juventud,
Cada frase plasmada en mí, escrita con tus manos,
Con tus dedos, con tus labios…
Ésa que se permite leer bajo un cielo
De estrellas junto a ti, bien mío.
Mas tú, querido ausente, opacada la fluorescencia de
Esta poesía que se desliza desde mi cabeza y tiene
Fin en mis pies, sin registro de tus versos
Ni letras ni oraciones de este romance socorrido.
Y heme aquí, gris y con la piel camuflada
En la penumbra de tu ausencia,
Como un pergamino en blanco
En el vacío de mi cuarto, ahogando los minutos,
Cada instante que muere y no volverá
De esta vida junto a ti, que sin ti no es vida.
Extrañándote…
Escondido en mi cama, cubierto como un niño
Que teme a la oscuridad de la noche,
Dificultando la respiración y conteniéndola
Para evitar el resonante eco de este desierto,
Tratando de dormir, pero Sueño,
Indiferente y desleal amigo, pone a prueba mi
Coraje y desvelándome en mis memorias eclipsadas
Me acompaño de un cigarrillo barato
Y la melodía de un melancólico piano
Que también parece amarte y llora a tu distancia.
Y heme aquí, entre lágrimas y ruegos, pido a la Luna,
Fiel testigo de mis noches de olvido,
A esa Luna que también te observa desde tu cielo,
Entregue mis delicias y estos besos que te envío
Caminantes en el frío de la noche, allá afuera
Y que se arremolinan, errantes,
Hasta encontrar el camino hacia ti.
Que te cuente mi Luna, lo irrevocable de mi amor.
Extrañándote…
Sensación de letargo, poco o mucho, pasmado y absorto
Sólo tú, sí, ¡sólo tú! Más nada quiero y contigo todo tengo.
Horas, más horas no quiero sin ti y pequeño dependiente
Me digo, pero esclavo de amaneceres junto a ti,
De despertares abrazados, asfixiándonos,
Embriagándonos con nuestros aromas.
Sólo pensarte, mi vida rueda al ritmo de tu corazón
Mas lejos estoy y no escucho el sonido de tus latidos.
Consolándome, pienso en la mortalidad de las noches
Y observando hacia la ventana
Espero la pronta llegada de un nuevo día que se llevará
Éstos y aquéllos tormentosos pensamientos alejados
De tu imagen, hermoso, pensante.
Sol, sanador de pesares y severo
Con los sinsabores de mis noches en tu ausencia.
Pronta llegada, y luz nueva
Otra esperanza de verte junto a mi puerta,
Llamándome, esperando mi saludo.
22 de octubre, otra noche más sin ti,
Ruego a los dioses de la Tierra, todos juntos puedan
Y me regalen un veintitrés despertando junto a ti, mi amor.
Extrañándote…"
Esperando el resplandor de la composición
Que tú, amor, tatuaste en mi piel
Con toda la pasión de nuestra juventud,
Cada frase plasmada en mí, escrita con tus manos,
Con tus dedos, con tus labios…
Ésa que se permite leer bajo un cielo
De estrellas junto a ti, bien mío.
Mas tú, querido ausente, opacada la fluorescencia de
Esta poesía que se desliza desde mi cabeza y tiene
Fin en mis pies, sin registro de tus versos
Ni letras ni oraciones de este romance socorrido.
Y heme aquí, gris y con la piel camuflada
En la penumbra de tu ausencia,
Como un pergamino en blanco
En el vacío de mi cuarto, ahogando los minutos,
Cada instante que muere y no volverá
De esta vida junto a ti, que sin ti no es vida.
Extrañándote…
Escondido en mi cama, cubierto como un niño
Que teme a la oscuridad de la noche,
Dificultando la respiración y conteniéndola
Para evitar el resonante eco de este desierto,
Tratando de dormir, pero Sueño,
Indiferente y desleal amigo, pone a prueba mi
Coraje y desvelándome en mis memorias eclipsadas
Me acompaño de un cigarrillo barato
Y la melodía de un melancólico piano
Que también parece amarte y llora a tu distancia.
Y heme aquí, entre lágrimas y ruegos, pido a la Luna,
Fiel testigo de mis noches de olvido,
A esa Luna que también te observa desde tu cielo,
Entregue mis delicias y estos besos que te envío
Caminantes en el frío de la noche, allá afuera
Y que se arremolinan, errantes,
Hasta encontrar el camino hacia ti.
Que te cuente mi Luna, lo irrevocable de mi amor.
Extrañándote…
Sensación de letargo, poco o mucho, pasmado y absorto
Sólo tú, sí, ¡sólo tú! Más nada quiero y contigo todo tengo.
Horas, más horas no quiero sin ti y pequeño dependiente
Me digo, pero esclavo de amaneceres junto a ti,
De despertares abrazados, asfixiándonos,
Embriagándonos con nuestros aromas.
Sólo pensarte, mi vida rueda al ritmo de tu corazón
Mas lejos estoy y no escucho el sonido de tus latidos.
Consolándome, pienso en la mortalidad de las noches
Y observando hacia la ventana
Espero la pronta llegada de un nuevo día que se llevará
Éstos y aquéllos tormentosos pensamientos alejados
De tu imagen, hermoso, pensante.
Sol, sanador de pesares y severo
Con los sinsabores de mis noches en tu ausencia.
Pronta llegada, y luz nueva
Otra esperanza de verte junto a mi puerta,
Llamándome, esperando mi saludo.
22 de octubre, otra noche más sin ti,
Ruego a los dioses de la Tierra, todos juntos puedan
Y me regalen un veintitrés despertando junto a ti, mi amor.
Extrañándote…"
agosto 29, 2010
¿Recuerdas París?
"Abre tus ojos, mírame por favor, así sabré que me escuchas...
Sonríe un momento. Esto es lo que hay que hacer en una tarde fría y de lluvia, sonreír.
Recuerdo la última tarde que llovió, lloré mucho, te recordé y te extrañé.
Hoy quisiera estar en París... un París romántico lleno de luces y donde la cuidad nunca duerme. ¿Recuerdas París?
Quizás fuimos almas gemelas. La noche nos hacía hablar en silencio y yo te puedo hablar así todavía. Tú no te das cuenta cómo te hablo. Eres una persona para amar, yo te dejé algo para que me recuerdes y nunca olvides, te dejé mi corazón. ¿Cómo evitar que duela tu ausencia? No me hieras, no lo digas y menos lo pienses mas yo te dejé entrar.
Ahora las lágrimas son menos, hay un pequeño dolor en el pecho al lado izquierdo, es la falta de corazón que todavía duele.
Yo no tengo que perdonar nada, no me hiciste daño, sólo te fuiste y la vida es todo y nada.
¿Sabes?, hoy las luces de París se apagaron, ya no hay París romántico y esta noche la cuidad quiere dormir. Yo también.
Buenas noches, ahora cierra tus ojos y ya no me escuches más y no recuerdes París...
Porque París ya no canta".
Escrito por Verena Sánchez Doering.-
agosto 28, 2010
Y como Ícaro...
"Si quemases mis alas ahora sentirías el vértigo de la caída pues ya mis brazos no te sostendrán y, sumergido en un mar de lamentos, beberás cada recuerdo dolorido de este amor. Mas droga igual no probé, ni distinta al resto, terminó por consumirme tras un brindis con veneno orgullo sobre las nubes de aquel gris cielo de abril. Y como Ícaro, sentí alcanzar mis sueños mas luego, gota a gota inmersos están como perlas en el fondo de ese mar. Y tú, bien mío, como tal marino náufrago del olvido".
Para Pauline Bleu, sé que te gustó, gracias.-
junio 30, 2010
Conque entonces, adiós...
"Conque entonces, adiós. ¿No olvidas nada?
Bueno, vete… Podemos despedirnos.
¿Ya no tenemos nada qué decirnos?
Te dejo, puedes irte…
Aunque no, espera, espera todavía
que pare de llover… Espera un rato.
Y sobre todo, ve bien abrigado,
pues ya sabes el frío que hace allí afuera.
Un abrigo de invierno es lo que habría
que ponerte… ¿De modo que te he devuelto todo?
¿No tengo tuyo nada?
¿Has tomado tus cartas, tu retrato?
Y bien, mírame ahora, amigo mío;
pues que en fin, ya va uno a despedirse.
¡Vaya! No hay que afligirse;
¡vamos!, ¡no hay que llorar, qué tontería!
¡Y qué esfuerzo tan grande
necesitan hacer nuestras cabezas,
para poder imaginar y vernos
otra vez los amantes
aquellos tan rendidos y tan tiernos
que habíamos sido antes!
Nos habíamos las vidas entregado
para siempre, uno al otro, eternamente,
y he aquí que ahora nos las devolvemos,
y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte,
y pronto partiremos
cada quien con su nombre, por su lado…
Recomenzar… vagar…
vivir en otra parte…
Por supuesto, al principio sufriremos.
Pero luego vendrá piadoso olvido,
único amigo fiel que nos perdona;
y habrá otra vez en que tú y yo tornaremos
a ser como hemos sido,
entre todas las otras, dos personas.
Así es que vas a entrar a mi pasado.
Y he de verte en la calle desde lejos,
sin cruzar, para hablarte, a la otra acera,
y nos alejaremos distraídos
y pasarás ligero
con trajes para mí desconocidos.
Y estaremos sin vernos largos meses,
y olvidaré el sabor de tus caricias,
y mis amigos te darán noticias
de “aquel amigo tuyo”.
Y yo a mi vez, con ansia reprimida
por el mal fingido orgullo,
preguntaré por el que fue mi estrella
y al referirme a ti, que eres mi vida,
a ti, que eras mi fuerza y mi dulzura,
diré: ¿cómo va aquel?
Nuestro gran corazón, ¡qué pequeño era!
Nuestros muchos propósitos, ¡qué pocos!;
y sin embargo, estábamos tan locos
al principio, en aquella primavera.
¿Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto!
¡Nos amábamos tanto!
¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo creyera!
De modo que nosotros -aún nosotros-,
cuando de amor hablamos
¿somos como los otros?
He aquí el valor que damos
a la frase de amor que nos conmueve.
¡Qué desgracia, Dios mío que seamos
lo mismo que son todos! ¡Cómo llueve!
Tú no puedes salir así lloviendo.
¡Vamos!, quédate, mira, te lo ruego,
ya trataremos de entendernos luego.
Haremos nuevos planes,
y aun cuando el corazón haya cambiado,
quizá revivirá el amor pasado
al encanto de viejos ademanes.
Haremos lo posible;
se portará uno bien. Tú, serás bueno,
Y luego… es increíble,
tiene uno sus costumbres; la cadena
llega a veces a ser necesidad.
Siéntate aquí, bien mío:
recordarás junto de mí tu hastío,
y yo cerca de ti mi soledad".
¿Ya no tenemos nada qué decirnos?
Te dejo, puedes irte…
Aunque no, espera, espera todavía
que pare de llover… Espera un rato.
Y sobre todo, ve bien abrigado,
pues ya sabes el frío que hace allí afuera.
Un abrigo de invierno es lo que habría
que ponerte… ¿De modo que te he devuelto todo?
¿No tengo tuyo nada?
¿Has tomado tus cartas, tu retrato?
Y bien, mírame ahora, amigo mío;
pues que en fin, ya va uno a despedirse.
¡Vaya! No hay que afligirse;
¡vamos!, ¡no hay que llorar, qué tontería!
¡Y qué esfuerzo tan grande
necesitan hacer nuestras cabezas,
para poder imaginar y vernos
otra vez los amantes
aquellos tan rendidos y tan tiernos
que habíamos sido antes!
Nos habíamos las vidas entregado
para siempre, uno al otro, eternamente,
y he aquí que ahora nos las devolvemos,
y tú vas a dejarme y yo voy a dejarte,
y pronto partiremos
cada quien con su nombre, por su lado…
Recomenzar… vagar…
vivir en otra parte…
Por supuesto, al principio sufriremos.
Pero luego vendrá piadoso olvido,
único amigo fiel que nos perdona;
y habrá otra vez en que tú y yo tornaremos
a ser como hemos sido,
entre todas las otras, dos personas.
Así es que vas a entrar a mi pasado.
Y he de verte en la calle desde lejos,
sin cruzar, para hablarte, a la otra acera,
y nos alejaremos distraídos
y pasarás ligero
con trajes para mí desconocidos.
Y estaremos sin vernos largos meses,
y olvidaré el sabor de tus caricias,
y mis amigos te darán noticias
de “aquel amigo tuyo”.
Y yo a mi vez, con ansia reprimida
por el mal fingido orgullo,
preguntaré por el que fue mi estrella
y al referirme a ti, que eres mi vida,
a ti, que eras mi fuerza y mi dulzura,
diré: ¿cómo va aquel?
Nuestro gran corazón, ¡qué pequeño era!
Nuestros muchos propósitos, ¡qué pocos!;
y sin embargo, estábamos tan locos
al principio, en aquella primavera.
¿Te acuerdas? ¡La apoteosis! ¡El encanto!
¡Nos amábamos tanto!
¿Y esto era aquel amor? ¡Quién lo creyera!
De modo que nosotros -aún nosotros-,
cuando de amor hablamos
¿somos como los otros?
He aquí el valor que damos
a la frase de amor que nos conmueve.
¡Qué desgracia, Dios mío que seamos
lo mismo que son todos! ¡Cómo llueve!
Tú no puedes salir así lloviendo.
¡Vamos!, quédate, mira, te lo ruego,
ya trataremos de entendernos luego.
Haremos nuevos planes,
y aun cuando el corazón haya cambiado,
quizá revivirá el amor pasado
al encanto de viejos ademanes.
Haremos lo posible;
se portará uno bien. Tú, serás bueno,
Y luego… es increíble,
tiene uno sus costumbres; la cadena
llega a veces a ser necesidad.
Siéntate aquí, bien mío:
recordarás junto de mí tu hastío,
y yo cerca de ti mi soledad".
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